Declaración sobre el Banco Santander

Declaración aprobada por la Junta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM el 26 de abril de 2024

Suspensión de la cuenta de la UCM con el Banco Santander por financiar la industria fósil y la industria armamentística implicada en el genocidio sobre Gaza

 

La crisis ecosocial se acelera y todos los datos que desde el ámbito científico se vienen proporcionando al respecto del calentamiento global, la destrucción de la biodiversidad, la expansión de nuevos materiales contaminantes, la acidificación de los océanos, la contaminación del aire o la alteración de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, nos sitúan más allá de lo que han sido definidos como límites planetarios justos y seguros para la humanidad.

Ya no se trata tan sólo de una cuestión básica de justicia para las generaciones futuras o para las comunidades más que humanas a las que seguimos dañando, sino que se prevé que la frecuencia y magnitud de los grandes desastres se acelere cada año, multiplicando los trágicos efectos directos sobre la población que actualmente ya se sufren en todo el mundo. Puntos de inflexión climáticos que afectan a los corales, a la circulación de la corriente noratlántica, al permafrost o al Amazonas están siendo sobrepasados. Las consecuencias de traspasarlos son inimaginables, más allá de una terrible alteración fundamental del mundo tal y como lo conocemos hoy. Pensemos por ejemplo en los episodios de calor extremo, que incluirían muertes masivas por la incapacidad del cuerpo humano de compensar a determinadas condiciones de humedad el llamado estrés térmico, unos eventos que se estima que se irán multiplicando por el globo según nos acerquemos al incremento de 2 grados respecto a la temperatura media preindustrial. Los golpes iniciales serían múltiples y desiguales, por regiones y estatus socioeconómico, pero irán afectando a todos de manera irreversible si no actuamos a tiempo. La pregunta sobre qué hacíamos desde ámbitos como las Universidades en la década de los veinte, cuando ya sabíamos todo esto, será entonces a buen seguro recurrente.

El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, al concluir su Sexto Informe de Evaluación (AR6) el pasado año, alertó de que si no reducíamos nuestras emisiones fósiles globales a la mitad para el año 2030 no íbamos a tener un planeta habitable. Desde la UCM tenemos un reto particular en este sentido, pues nuestra huella de carbono asciende a más de 36 mil toneladas de carbono en datos de 2021 (incluyendo los denominados alcances 1, 2 y 3).

Qué duda cabe que el diagnóstico es claro desde hace décadas y las soluciones también están al alcance de la mano. El 80% de las emisiones de combustibles fósiles a nivel global entre 2016 y 2022 han sido responsabilidad tan solo de 57 corporaciones y entidades estatales. En esta lista encontramos a la empresa española Repsol. La mayoría de estas corporaciones emitieron en este septenio más que en los siete años que precedieron a la firma del Acuerdo de París en 2015. Si ponemos la lente ahora en nuestro país el panorama es similar, un reducido número de empresas de la industria fósil son responsables del grueso de las emisiones en el Estado español. Así, las 10 principales emisoras del país fueron responsables de un 20,5% de las emisiones totales españolas en 2022. Repsol y Endesa aparecen a la cabeza de esta lista, con más de 12 y de 11 millones de toneladas de carbono emitidas ese año (en este caso contando solo con una medida equivalente al alcance 1 de emisiones). Llegados a este punto resulta importante destacar cómo, con más de 4.000 millones de euros netos, Repsol obtuvo en 2022 los mayores beneficios de su historia.

Entre los años 2016 y 2022 el Banco Santander, el mayor banco español, financió con más de 51.000 millones de dólares a la industria de los combustibles fósiles en todo el mundo. Esto ha incluido la financiación de diversos proyectos extractivos en el Amazonas, justamente cuando otros grandes bancos internacionales como BNP Paribas y Société Générale ya la están prohibiendo. De este modo, la implicación del Santander en la deforestación mundial es enorme. Y no solo eso, sino que recientemente ha decidido expandir su estrategia fósil para financiar peligrosos proyectos de gas natural licuado, como el que desarrolla Venture Global LNG en el golfo de México.

Es sabido que la cuestión del extractivismo y la destrucción ecológica está íntimamente ligada a la mentalidad militar que sigue guiando las relaciones internacionales, así como a la inmensa huella de carbono que generan las guerras.

En el caso del Banco Santander, se ha comprobado que ha estado financiando con más de 1.500 millones de dólares a la empresa Boeing entre 2021 y 2023. Esta compañía es responsable de dotar de cazas y helicópteros al ejército israelí, colaborando en el genocidio llevado a cabo contra el pueblo palestino. Asimismo, junto al BBVA, el Santander habría financiado también a la empresa francesa Thales, asociada para la fabricación de drones con la Industria Aeroespacial Israelí (IAI). Estas entidades bancarias españolas se encuentran también entre las financiadoras de proyectos solares israelíes en Territorio Ocupado Palestino del Valle del Jordán y en el desierto del Naqab/Nèguev.  

Además de todo esto, el Santander financia a otras empresas armamentísticas como Airbus o Rolls-Royce, que a su vez suministran armas a países como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos. De esta manera, la entidad financiera esquiva los acuerdos que tiene firmados y que, en principio, le prohibirían financiar directamente a países sancionados por Naciones Unidas o que no hayan ratificado acuerdos internacionales básicos sobre Derechos Humanos.

Nuestra responsabilidad en este momento histórico reside en alertar desde los órganos de gobierno de las instituciones científicas y universitarias sobre lo que nuestras investigaciones están advirtiendo al respecto de la actual emergencia planetaria. Al mismo tiempo, se hace preciso renovar el compromiso con la paz, la democracia y la justicia global que como institución de Educación Superior tenemos.

La revisión de los vínculos de la UCM con estas empresas tan implantadas aún en nuestra vida universitaria, de Repsol al Banco Santander, se hace por tanto urgente. En pocos años lo que hoy todavía se ve normal en muchos sitios, será motivo de gran indignación. ¿Cómo es posible que las Universidades colaboren con quienes financian genocidios, la deforestación mundial y un calentamiento global que puede llevarnos a la extinción?

Como primera propuesta en esta línea, desde la Junta de Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, solicitamos al Rectorado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) el que traslade formalmente al Banco Santander la petición de que detenga la financiación de la destructiva industria fósil y al actual genocidio que Israel está cometiendo sobre la población civil de Gaza, con la información de que si esta no se detiene, cancelaríamos la cuenta bancaria de la UCM con esta entidad.

En su lugar proponemos la apertura de la nueva cuenta bancaria con alguna entidad que carezca de vínculos con la industria militar y que se haya adherido a la campaña que solicita un tratado de no proliferación de las emisiones fósiles surgida al calor de la última COP 28. Entre las opciones que hemos comprobado, y tras la reciente incorporación de los 17 bancos de la Global Alliance for Banking on Values (GABV) a esta campaña, encontramos entre ellos que hay entidades con sedes en España como Fiare Banca Ética o Triodos Bank que serían unas opciones alternativas concretas, viables y adecuadas.

Asimismo, mediante esta declaración nos adherimos formalmente como Facultad a esta campaña, firmada hasta la fecha por 12 Estados así como por más de 3.000 científicos y científicas, incluidos más de 100 premios Nobel.

Para finalizar, animamos al resto de Facultades de la UCM a suscribir esta declaración.

En Somosaguas, a 26 de abril de 2024.